Permitirá estudiar hasta el «amanecer cósmico», el momento en que las primeras galaxias empezaron a iluminar el universo después del Big Bang
El telescopio espacial James Webb, revolucionario para la observación del universo, despegó el sábado desde el centro de Kurú de la Nasa en la Guayana Francesa, a bordo de un cohete Ariane 5.
El vuelo propulsado del cohete duró 27 minutos y después el observatorio se desacopló con éxito. Viajará hacia su órbita final, a unos 1,5 millones de kilómetros de la Tierra.
James Webb, fue fabricado por la Nasa en colaboración con las agencias espaciales europea y canadiense, y va a permitir observar además exoplanetas o la formación de estrellas.
Es el más grande jamás enviado al espacio y orbitará alrededor del Sol a unos 1,5 millones de kilómetros de la Tierra con la ambiciosa misión de investigar de dónde venimos y si estamos solos en el universo.
James Webb, tal es su nombre, seguirá los pasos del telescopio Hubble, que revolucionó la observación del universo. Gracias a él, los científicos descubrieron la existencia de un agujero negro en el centro de todas las galaxias o de vapor de agua alrededor de exoplanetas.
James Webb fue construido a partir de 2003 y el tamaño de su espejo, de 6,5 metros de diámetro, le confiere tres veces más superficie y siete veces mayor sensibilidad, suficiente para detectar la señal térmica de un abejorro en la Luna.
El telescopio Hubble escruta el espacio a través de la luz visible, pero el Webb se aventura a una amplitud de onda que escapa al ojo humano: el infrarrojo cercano y medio, una radiación que emiten naturalmente todo tipo de cuerpos, desde astros a humanos o flores.
Esta luz será estudiada por cuatro instrumentos, equipados de procesadores de imágenes y espectrómetros para direccionarla mejor. Su desarrollo movilizó a una multitud de ingenieros y científicos dirigidos por laboratorios e industriales estadounidenses y europeos.
