Asistieron a la asunción presidencial de Jose Inacio Lula da Silva en Brasil y mostraron al mundo la continuidad democrática uruguaya.
No hay dudas es que puede significar una buena señal para construir el necesario diálogo que Uruguay necesita tener con Brasil, que el gobierno espera “más ofensivo respecto a sus intereses regionales”, que son netamente contrapuestos al objetivo de Lacalle Pou de abrirse al mundo y flexibilizar el Mercosur.
El expresidente y líder del Movimiento de Participación Popular tuvo un gesto que por estas horas es especialmente valorado en la coalición de gobierno, y que impacta puertas adentro para el sistema político, que ha vivido este último tiempo, tensión entre la coalición y la oposición -casos de la entrega del pasaporte al narcotraficante Sebastián Marset y la imputación del exjefe de la custodia presidencial, Alejandro Astesiano.
“Hay que reconocer que dio una mano, y que a los más crispados del Frente Amplio, Mujica, los dejó descolocados”, resumió un alto dirigente del oficialismo.
Hay dirigentes de la oposición, como la intendenta Carolina Cosse, que valoró el gesto del presidente y los exmandatarios-pero aprovecho la oportunidad para continuar con las críticas. “Es bueno en la reconstrucción de la imagen que Uruguay tiene que hacer hacia el exterior porque tenemos una imagen muy dañada por el caso de corrupción en la Torre Ejecutiva”, dijo.
Otros dirigentes frenteamplistas, como el senador del MPP Daniel Caggiani, tienen hoy una mirada más positiva sobre lo ocurrido -”en términos generales me pareció una buena movida”, dijo-, aunque espera que sea el inicio de una “reconfiguración de la política exterior de Uruguay”, hasta el momento “partidista y enfocada en el presidente”.
