Las protestas se dieron al día siguiente de que el presidente Jair Bolsonaro, sin mencionar la derrota ni felicitar a su adversario, autorizara la transición con el equipo de Lula.
Los seguidores del mandatario estaban concentrados ante el comando militar del sudeste, en la ciudad de Sao Paulo y pedían la actuación de las fuerzas armadas por la derrota de su líder en el balotaje del domingo por 49,1% de los votos, frente a 50,9% de Lula.
Las protestas se registraban también en la capital, Brasilia, con miles de manifestantes frente al cuartel general, y en el centro de Rio de Janeiro, una marea verde y amarilla cantaba bajo la lluvia «Lula, ladrón, tu lugar es la prisión».
Las protestas no encontraron hasta el momento ningún apoyo oficial. Expertos han descartado toda maniobra antidemocrática proveniente de los cuarteles. El vicepresidente Hamilton Mourao, dijo en una entrevista que el bolsonarismo «perdió el juego» y que «de nada sirve llorar».
La policía federal de carreteras reportó 150 bloqueos que afectaban a 15 estados de Brasil, aunque el número de cortes descendió después de que Bolsonaro prometiera el martes «cumplir la Constitución», en su primer pronunciamiento desde la derrota.
El presidente mantuvo al país en vilo durante dos días al guardar silencio tras perder en el balotaje. Sus críticos le acusan de haber estimulado así la proliferación de actos de protesta.
La policía brasileña recurrió a la fuerza hoy, con el aval del Supremo Tribunal Federal que ordenó el uso de «todas las medidas necesarias» para el desbloqueo de caminos.
La Confederación Nacional de la Industria advirtió un «inminente riesgo de desabastecimiento y falta de combustibles», en caso de que las carreteras no fueran rápidamente desbloqueadas.
