Fue uno de los intérpretes más consagrados del cine francés, falleció en París a los 88 años. Belmondo participó en 80 películas, algunas de ellas inolvidables, como «Sin aliento», «Al filo de la escapada» o «El hombre de Rio».
Saltó a la fama como parte del movimiento cinematográfico de la Nueva Ola francesa dirigido por Jean-Luc Godard, y se convirtió en una leyenda y fue uno de los mitos del cine francés y europeo y participó en muchas de películas a las órdenes de Vittorio de Sica o Angès Varda.
Ganó el Premio César 1989 al mejor actor por la película “El imperio del león” (1988), premio que rechazó. En 2016 ganó el León de Oro a toda su trayectoria en el Festival Internacional de Cine de Venecia. Su último trabajo fue en 2009, cuando participó en la película ‘Un homme et son chien’ (Un hombre y su perro) de Francis Huster.
Tras algunos filmes como principiante, fue Jean-Luc Godard, el papá de la Nouvelle Vague, quien detectó su talento y le confió en 1960 el papel protagónico junto a Jean Seberg de “Á bout de souffle” (Sin aliento), antes de “Pierrot el loco”.
Conocido como “el actor más feo del cine francés”, supo explotar su nariz desviada -consecuencia de la práctica juvenil del boxeo- con una irresistible personalidad que le daba un tono seductor que marcó a toda una generación de admiradores. Fue quizás la estrella más popular de los años 60 y, sin embargo, nunca había buscado ese destino: “Quería ser payaso, siempre iba al circo. Fue solo eso lo que me gustó. Boxeo y circo”, aseguraba.
Junto a Alain Delon, se los consideraba monstruos sagrados del cine francés. Su afición por el boxeo lo desvía hacia papeles más físicos del cine policial y de aventuras («El hombre de Río», 1964). También participa en comedias junto a las estrellas más bellas del momento, como Claudia Cardinale, Gina Lollobrigida, Catherine Deneuve y Sofía Loren.
Durante más de 20 años, 48 de sus filmes superaron el millón de entradas, hasta el fracaso de «El solitario» (1987). «Fue la película policial que hice de más. Yo ya estaba harto y el público también», confesó.
Regresó en la madurez a las tablas, su pasión de juventud donde conoció a algunos de sus mejores amigos, como Jean-Pierre Marielle, Jean Rochefort y Pierre Vernier. Fue muy aplaudido en «Kean» y «Cyrano» en su parisino Théâtre des Varietés. En 2001, se retiró de toda actuación por problemas de salud, pero mas tarde, participó en la película «Un homme et son chien» (2008). El Festival de Cannes recompensó el conjunto de su carrera con una Palma de honor en 2011 y la Mostra de Venecia con un León de Oro diez años mas tarde.
